Las empresas, al igual que las personas, evolucionan con el tiempo. La aparición de nuevos productos, nuevos competidores, nuevas tecnologías, cambios en los comportamientos de los consumidores… son algunos de los numerosos factores que requieren un cambio en las estrategias de marketing de nuestro negocio.
Como consecuencia de todos estos cambios, la forma en la que la empresa se comunica con el entorno también evoluciona y no siempre la identidad de la empresa está en consonancia con esos cambios.
Este distanciamiento entre la percepción del consumidor y la identidad corporativa, se debe a que los mensajes enviados por la empresa se adaptan al mercado, pero sin embargo la identidad de la empresa permanece inalterable.
Ante esta paradoja nos preguntamos ¿por qué no adaptar nuestra identidad corporativa?
La identidad corporativa o identidad visual (IVC) es la manifestación física de la marca. Hace referencia a los aspectos visuales de una organización. La identidad corporativa está directamente relacionada con los atributos: actividad e historia empresarial, misión, visión, valores, cultura corporativa…
Los elementos que componen esta identidad suelen ser el “logotipo” y los denominados elementos de soporte (tarjeta de visita, material de papelería, artículos de merchandising…).
Es cierto que un logotipo puede estar muy bien posicionado en la mente del consumidor, gracias al paso del tiempo, a un buen trabajo de comunicación y a la experiencia positiva del cliente. Pero este elemento no deja de ser un actor en una sociedad en continuo cambio y por lo tanto si quiere continuar siendo atractivo en un determinado escenario debe adaptarse.
¿Y qué opciones hay para realizar esa transformación?
Una vez que decidimos rediseñar nuestra imagen, debemos establecer el grado de profundidad de esa actuación. Tenemos varias opciones:
1) El restyling. Consiste en un rediseño de marca principalmente a nivel visual, sin afectar al resto de elementos que confirman el resto del negocio. Se mantienen los valores de la marca y tan solo se modifica la forma en que se presenta la identidad.
Algunos ejemplos de empresas que han realizado un restyling en su identidad son:
2) El rebranding. Esta decisión se toma cuando se produce un cambio estratégico en el modelo de negocio. El rebranding conlleva un conjunto de acciones como el cambio de nombre, logotipo, tipografía, diseño, mensajes publicitarios o una combinación de todos los elementos anteriores, buscando un cambio en la percepción de los clientes e inversores de una marca ya establecida. Algunos ejemplos destacados son el de la RTVE (Radio Televisión Española) o el de la aerolínea Iberia.
3) El rebranding radical. Se cambia el nombre de la marca, creando una marca totalmente nueva, con todo lo que conlleva. Uno de los casos de rebranding es el caso de Vibbo, anteriormente conocida como Segundamano.